"BIOGRAFIA DE JACK DORSEY"
Su juventud punk, de piercings y pelos de colores, le aportó a Jack Dorsey, fundador de Twitter, la cuota rebelde para no darse por vencido cuando parecía que su carrera se iba a pique, mientras que su personalidad calma (medita y realiza retiros silenciosos con frecuencia) lo llevó a barajar y dar de nuevo cuando creía que la historia se repetía.
Podría decirse que comparte algunas características con Steve Jobs -un artista que fue expulsado de su propia creación y retornó, redimido, para revertir su historia-, aunque en una menor escala.
"Twitter es como una plaza pública", afirma Dorsey. Los primeros bocetos fueron a mano y con ellos buscaba combinar los hoy casi arcaicos mensajes de texto de los teléfonos -SMS- con la idea de compartir todo real time. "Algo que estuviera vivo", esbozó en el año 2000.
Aún faltaba que corriera mucha agua debajo del puente. En ese interín, hasta la creación de la plataforma en 2006, Dorsey iba a dejar la universidad, trabajar como programador, como baby sitter, cursar 1.000 horas teóricas para obtener su carnet como masajista terapéutico y hasta ser desterrado de su propia startup.
En 20 años, el ejecutivo se reinventó una y otra vez. El resultado fue todo un éxito: hoy dirige dos de los gigantes tecnológicos más famosos de los Estados Unidos: la citada red social y Square, referente total del universo fintech. Su fortuna, en tanto, supera los u$s5.000 millones. Al filo del fracaso
Un poco de picardía lo llevó a conseguir su primer trabajo. Aburrido durante una de sus clases en la Universidad de Missouri de Ciencia y Tecnología, creyó que podía ser divertido hackear a una empresa de mensajería y luego mostrarle al propio CEO las fallas de su sistema.
Lo hizo y este le ofreció un puesto a cambio de abandonar sus estudios. Dorsey aceptó. Luego volvería a cursar, esta vez en la Universidad de Nueva York, si bien finalizó su etapa universitaria en 1999 pero sin un título en su CV. Entonces, optó por mudarse a California y fundar su primera compañía con Greg Kidd, ejecutivo al que había deslumbrado.
Desde joven lo había fascinado la programación, sin embargo, su entusiasmo tenía un límite. "Estudié otras cosas, no por interés en ese tema en particular, sino porque programar es demasiado abstracto. Me perdía constantemente porque, a veces, estás tan metido en tu propia cabeza que hasta llegas a programar mientras soñás", confiesa.
Así fue como tomó clases de diseño de moda, algo que luego le traería serios problemas con los fundadores de Twitter. Y obtuvo su licencia como masajista, práctica en la que se inició producto de los dolores en el túnel carpiano. En el 2002, la idea de la red social del pajarito era una semilla; mientras, su primera startup de servicios web había comenzado a funcionar. La relación con sus socios, no tanto. Tras varios enfrentamientos sobre el rumbo de la compañía, el directorio votó su salida y Dorsey regresó alicaído a su St. Louis natal.
Varios proyectos pasaron por su mente. Tres años más tarde regresó a California, le pidió a alojamiento a Kidd a cambio de cuidar a sus hijos, mientras realizaba un trabajo temporal en Craiglist, la web de clasificados más popular de EE.UU.. Y como sucede en las películas, un encuentro fortuito le cambiaría el semblante.
Evan Williams ya marcaba presencia en el escenario techie. En 2003 le había vendido a Google Pyra Labs (sociedad con la que había creado el servicio de publicación de contenidos Blogger) y se encontraba dirigiendo su nueva plataforma de podcasts, Odeo. Dorsey lo vio en un café de San Francisco y se acercó a hablarle. Poco más tarde, estaba trabajando en la compañía.
Parecía que todo iba muy bien hasta que empezó a ir bastante mal, cuando Apple anunció que incluiría podcasts en su reproductor iTunes, lo que cambió por completo el negocio de Odeo. No obstante, como dice el proverbio, toda crisis encierra una oportunidad.
Salir de la jaula
Luego de estar en la gatera durante años, llegó el momento de que el proyecto Twitter saliera a la luz. Dorsey lo presentó en un hackatón organizado por la empresa de Williams para definir el rumbo que tomaría. La idea rápidamente enganchó a los ejecutivos y semanas más tarde estaba listo el prototipo de ‘Twttr’, como se lo llamó en ese momento.
Doce años tardó la red social en ganar plata. Pasaron varios períodos con cuentas en rojo al tiempo que sus ejecutivos repetían, casi como un mantra, que estaba intentando encontrarle la vuelta para monetizarlo. Finalmente, en 2018, los números se volvieron verdes.
Más de u$S1.200 millones de ganancia logró la firma el año pasado, un crecimiento notable teniendo en cuenta que hasta 2014 reportaba pérdidas cercanas a los u$s600 millones.
Como contrapartida, el foco de preocupación pasó a ser la caída del total de usuarios: en diciembre último registraba 321 millones activos, casi 10 millones menos que en el mismo mes de 2017.
"Podes ser diseñador o el CEO de Twitter, pero no ambas cosas", aseguran que le espetó Williams a Dorsey. La plataforma, que debutó en julio de 2006, ganó popularidad durante su presentación en South by Southwest, el festival de innovación más importante del mundo.
Claro que con la fama llegan algunos problemas. Por ejemplo, que se caiga con frecuencia el servicio y que el número uno de la empresa no tenga ningún tipo de backup para su funcionamiento. A esto se le sumaba que Dorsey solía salir temprano para ir a sus clases de yoga y diseño.
Tal situación llevó a un punto de no retorno: Williams tomó el mando en 2008 y él quedó relegado a tener una silla en el directorio. Era hora de su venganza.
Primero empezó a contar en los medios su versión de la fundación de la compañía. "Sentí que se me estaba borrando de la historia de Twitter", aseguró. El próximo paso era demostrar que estaba capacitado para dirigir su propio emprendimiento.
Quizás por eso fundó la fintech de procesamiento de pagos Square, que le facilitaba a pequeños y medianos comercios el cobro mediante tarjeta de crédito: el año pasado facturó u$s2.471 millones. A su vez, se convirtió en un ángel inversor de Foursquare. Cuando lanzó esta empresa, sabía que el público sólo esperaba que fracasara. Así que abordó sus dudas de frente: en un movimiento audaz, presentó a los financistas una lista de 140 razones (en alusión a los 140 caracteres) por las que podría no funcionar el negocio. El "truco" tuvo efecto: los inversores se sumaron a la startup y ahora Square es líder en la industria de pagos móviles en América del Norte. Con esa lista inicial, Dorsey demostró que conocía la industria y el potencial de sus ideas.